martes, 8 de marzo de 2011

LA MUJER EN LA IGLESIA EN EL 8 DE MARZO

Que las mujeres son el sustento de la Iglesia, no lo creo discutible. Sólo basta con asomarse a una misa donde son la mayoría de los asistentes, o a Cáritas, donde atienden con dedicación a los más pobres, o las catequesis, en cuyas reuniones transmiten también mayoritariamente la fe que recibieron a  niños de otras familias. Sin embargo, el sacerdocio les está vedado. Reservado como está a los hombres, resulta una fiel reproducción del esquema patriarcal que en Europa estamos intentado cambiar: se adjudican al varón las funciones que tienen que ver con la inteligencia, el mando o lo espiritual; no hay que olvidar que la tentación en la que cae Adán viene a través de Eva, que es la que más cerca está de la serpiente, símbolo de lo que está pegado a lo material, al polvo de la tierra frente a lo celestial.

Pero este viejo y trasnochado esquema, superado por el propio libro del Génesis en el capítulo 1, en donde dice que Dios "creó al ser humano a su imagen, y los creó varón y hembra", tiene que cambiar. Por mucho que nos cuenten que si Jesús sólo eligió hombres, que sí Jesús fue hombre, que si tal, que si cual... ha llegado el momento histórico en el que la mujer puede asumir el sacerdocio y el episcopado y el papado (por no decir mamado que suena un poco mal). Porque Jesús trataba con personas y las trataba como personas sin importar qué tenían bajo el ombligo. Además, si el carisma del sacerdocio es el acompañamiento espiritual de una comunidad, ¿que más da que el cuerpo que porta ese espírtu sea macho o hembra?.


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