miércoles, 15 de junio de 2011

¿QUIÉN NOS SACARÁ DE LA CRISIS?

El rumbo que lleva la crisis económica amenaza con llevarse por delante la estabilidad y la tranquilidad económica de muchas familias. A algunas ya las ha dejado en la cuneta tiradas en el subsuelo de la necesidad y del contenedor-despensa.

Eso es una crisis: personas con nombres y apellidos que lo pasan mal. Y en España, cada vez más. Pero para que las situaciones concretas se arreglen, hay que crear un marco económico y productivo adecuado para que vaya generándose actividad económica y eso nos lleve a la creación de empleo.

Pero los que tienen el dinero no suelen invertirlo si no tienen seguridad de  que van a ganar: los ricos son así de egoístas, en eso se parecen a los que no lo somos.

Nuestro tejido productivo genera pocas plusvalías, lo que hace que los márgenes empresariales sean reducidos y los salarios escasos, y si suben los salarios estamos expuestos a la deslocalización y al paro.

Está claro que habiendo caído la producción y el empleo, también se han reducido los ingresos del estado. No es sólo que los diferentes gobiernos en los distintos niveles de la administración hayan malgastado, que también, porque podían haber empezado a recortar antes de que llegara el grueso de la crisis, sino que ante el descenso radical de los ingresos se hace imposible pagar las deudas contraídas.

Ante una situación como ésta la credibilidad política es algo imprescindible, y está claro que España carece de ella. Nuestra crisis tiene como agravante el que nuestro actual gobierno no tiene crédito, ni siquiera  para los propios militantes del Partido Socialista, a lo que hay que añadir que la alternativa de la derecha alcanzará el poder más por ganas infinitas de que se vaya Zapatero que por el deseo de que entre Rajoy.

Sin embargo, ninguno de los dos partidos parece convencido de llevar a cabo las reformas que necesitamos, algunas de las cuales las ha recogido el movimiento de Democracia Real Ya. 

Pero eso lo escribiré en la siguiente entrega, pues creo que tenemos tiempo de hablar del tema antes de que acabe la crisis.

Mientras tanto, los del nombre y apellidos siguen intranquilos.

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