jueves, 19 de abril de 2012

EL FRENESÍ RECORTADOR


Frenesí, según la Real Academia de la Lengua, es “delirio furioso”.

La actual crisis económica que se ha transformado en la crisis de la deuda, ha dejado a España y los españoles sin dinero, sin soberanía y sin esperanza.

El FMI sugiere lo mismo que lleva recomendando desde hace décadas: recorte del gasto, reducción de los costes sociales y déficit 0. Debería llamarse Fondo Monetario Internacional y Liberal o Ultraliberal. Estas medidas lo mismo valían para Argentina, que para Etiopía que para Europa.

Angela Merkel, nueva dama de hierro oxidado, descendiente por vía directa de Atila o de su caballo, lleva a Europa a la misma decadencia que su aspecto demodé.

En España le han salido fanáticos seguidores de su estrategia del equilibrio presupuestario cuando éste tiende a cero. En su frenesí recortador han iniciado una orgía de despidos, repagos y subidas de tasas.

El rico sigue siendo rico, o incluso más, la clase media paga y repaga con menos cobros, los que están al borde, al abismo, y los pobres, a la nada.

Qué más da. El 0 del déficit es el rostro del recorte. Es como una cara vacía sin rasgos individuales.

En la Región de Murcia el frenesí recortador llega al paroxismo. No satisfechos con amontonar niños en mesas litera en las aulas, no contentos con cargar sobre los hombros del profesorado con esas clases masivas y con el despido de sus compañeros, se les insulta y se les llama gandules y absentistas.

El delirio furioso, el frenesí recortador está convirtiendo el estado en la aspiradora que se aspira a sí misma.

Y yo me pregunto: ¿qué hicisteis con el dinero que entraba a espuertas? ¿Por qué no ahorrasteis entonces en vez de gastarlo en tonterías y en pagar favores electorales?

La verdad es que para hacer esta política no hay que estudiar. Hacer mucho con mucho o hacer nada con poco es muy fácil.  Lo difícil es hacer mucho con poco. No saben. Se acostumbaron al talonario para ganar elecciones.

Si entonces los hubiéramos recortado los ciudadanos… Mira por donde me está gustando lo del frenesí reocortador…

sábado, 14 de abril de 2012

LA VERDAD, EL HONOR Y EL ÉXITO


A veces, éxito, verdad y honor pueden coincidir en una persona. No son muchos los casos, para qué nos vamos a engañar.

A veces, la verdad y el honor son un obstáculo para el éxito.

A veces, pocas, hay quien escoge el honor y la verdad.

A veces, bastantes, hay quienes eligen el éxito por encima de la verdad y del honor.

A veces, con frecuencia, quien abrazó la verdad y el honor, se queda sólo o escasamente acompañado.

A veces, también con la misma frecuencia, quienes optan por el éxito a costa de la verdad y del honor, suelen estar copiosamente acompañados.

A veces, quien se quedó del lado de la verdad y del honor, encuentra en su escasa compañía a otras personas de verdad y honorables.

A veces, quien abrazó el éxito sin importarle la verdad y el honor, encuentra a numerosas personas exitosas también.

Si la verdad es una perla y el honor es oro, el éxito suele ser oropel.

Si la verdad es transparencia y el honor es el adorno de la mirada de frente, el éxito suele ir acompañado de refracciones y miradas esquivas.

Si la verdad y el honor se presentan con una sonrisa, el éxito hace ostentación de júbilo desbordado.

A veces, un poco menos cada día, tengo la tentación de renunciar al honor, de suavizar la verdad, porque el éxito es tangible.

A veces, un poco más cada día, valoro la verdad que me dicen mis personas más queridas y es un honor para mí contar con ellas, aunque rara vez tengamos éxito de ese que es enemigo de la verdad y del honor.

A veces, sólo a veces, tenemos éxito porque éste consiste en mantenerse en el camino de la verdad y del honor.

Tengo presentes en su evanescencia a los triunfadores autocomplacidos que han subido al pedestal usando peldaños humanos.

Y brindo por los que, a veces, renuncian al pedestal.

Los unos triunfan en este mundo.

Los otros, los veraces y honorables, cambian el mundo.

domingo, 8 de abril de 2012

MONSEÑOR, LA SEXUALIDAD Y EL EVANGELIO


Me pongo a repasar mentalmente los evangelios y no me viene a la memoria ningún hecho o dicho de Jesús que tenga relación, no ya con la homosexualidad, sino con la sexualidad en general. Y es raro, porque si hubiera considerado tal asunto importante seguro que lo habría dicho y su manera de plantear el tema sería tan alternativa que los evangelistas, aunque a regañadientes, como hacen en otras ocasiones en las que Jesús resultaba muy transgresor, nos lo hubieran transmitido.

Sin embargo, dedicó muchas palabras y acciones al problema de la distribución de la riqueza. Anunciaba la posibilidad de un mundo nuevo, de un sistema distinto de las relaciones humanas desde la igualdad de hijos de un Dios Padre-Madre que es puro amor, “lento a la ira y rico en clemencia”, y esto lo proclamaba como una buena noticia (eso significa precisamente “evangelio”). Los que no querían que ese nuevo mundo, ese nuevo Reino naciera eran los que vivían instalados en sus riquezas y en el poder. De ahí sus maldiciones contra los ricos: “ay de vosotros, los ricos, porque ya tenéis vuestro consuelo”; o sus avisos del peligro de las riquezas: “es más difícil que un rico entre en el Reino de los Cielos que no que un camello pase por el ojo de una aguja”.

Las alusiones a los ricos y a las riquezas son numerosísimas en los evangelios, sin embargo, al sexo, nada.

También son numerosas las alusiones de Jesús a los que hacen de la religión un gran negocio o un instrumento de poder. Reta a los sacerdotes del Templo a que lo destruyan, que Él lo reconstruiría en tres días, porque, como le dijo a la Samaritana, la adoración a Dios no requeriría de lugares sagrados; dedica a los fariseos y escribas, esos que cargaban pesadas losas sobre las gentes sencillas, los más descarnados calificativos. Les llama sepulcros blanqueados, raza de víboras, etc. Pero de sexo, nada.

Hablaba sobre el amor, sobre el perdón, sobre la amistad; atendía a enfermos, marginados y pobres en general y todos los que se acercaban a Él se iban felices por haber encontrado el amor de Dios en este mundo. Pero sobre sexo ni una palabra.
 
Tan sólo cuando alguien quiere criticar a una mujer de “mala fama” o cuando le presentan a una adúltera, podría entenderse que está tratando de sexualidad. Pues no. Porque Jesús trasciende los hechos para defender a la persona. No hay condena, sólo hay acogida y posibilidad de volver a empezar.

Cuando Monseñor Reig Pla hizo esa desgraciada alusión a la homosexualidad, de la que estoy seguro que se estará arrepintiendo y  si no es así debería hacérselo mirar, podía haber hablado de riqueza y de pobreza, y más ahora. Podía haber hablado del amor de Dios, podía haber requerido a los ricos generosidad, haber recriminado a los poderosos su falta de políticas que piensen en los más desfavorecidos, podía haber pedido a los bancos la dación en pago, podía habernos pedido que seamos solidarios, podía haber dado esperanza, podía haber anunciado… el Evangelio, la Buena Noticia.

Pero no, tenía que hablar de sexo, precisamente de lo que Jesús no hablaba y con ello queda expuesto a que le digan lo que Él dijo a los que querían condenar a la adúltera: “el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”.

Quizá ha llegado la hora de un cambio en la Iglesia… Pero eso lo escribiré otro día.