Hoy he podido oír con mis
propios oídos, cómo en su tono habitual, Valcárcel decía, con un desahogo
extraordinario, que salimos a la calle a protestar porque se aumentan las
ratios profesor-alumno, que nos quejamos porque en una clase de 25 alumnos van
a entrar 26 o 27. Y dice el Sr. Presidente que “la calidad de la educación no
se circunscribe a que haya más alumnos por aula o que los profesores trabajen
dos horas más” y que por ello no se va a resentir el sistema.
Nunca me había sentido
tan inútil. De decir eso a decretar que los profesores somos innecesarios hay sólo
un paso. Como es natural todo el mundo sabe que un profesor es un guardia de
seguridad que se pone en un aula con un motón de niños y niñas, tantos como físicamente
quepan, y cuida de que no se maten; por eso no es necesario hacer nada más, ni
atender a los padres cuando vienen al centro; ni corregir libretas, trabajos y
exámenes; ni tener reuniones de coordinación; ni atender a la diversidad de los alumnos que tenemos, algunos con necesidades especiales; ni presentar programaciones y
memorias... Todo eso es inútil. Total, el que sea listo no necesita maestro y el
que sea tonto o inútil, ya para qué.
La calidad de la educación,
a lo mejor, no se resiente porque el profesorado, en general es muy profesional
y antepone sus alumnos a cualquier otra consideración. Lo que se sí se resiente
es la calidad de la política y de los que nos dirigen.
Valcárcel miente a
sabiendas, porque él ha sido enseñante; Valcárcel ofende a la inteligencia,
sobre todo de los que tienen a sus hijos con dificultades de aprendizaje; Valcárcel
insulta al profesorado a los que quiere convertir en polis de guardería y
cuantos menos mejor; Valcárcel falta al respeto a todos y todas los que se han
manifestado en contra de los recortes compulsivos y mal atinados del gobierno
que él preside.
Y es que el problema reside en que, a base de obtener mayorías demasiado absolutas durante tantos años, su gobierno se ha convertido en un régimen y la democracia que preside, en un totalitarismo paternalista y despótico que ve en la discrepancia a su política una sinrazón o la pataleta de unos hijos desagradecidos. Debería tomarse unas vacaciones.
Y es que el problema reside en que, a base de obtener mayorías demasiado absolutas durante tantos años, su gobierno se ha convertido en un régimen y la democracia que preside, en un totalitarismo paternalista y despótico que ve en la discrepancia a su política una sinrazón o la pataleta de unos hijos desagradecidos. Debería tomarse unas vacaciones.
Haga lo que tenga que
hacer, pero, por favor, no nos tome por tontos.
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