Acaba un año. Bueno, eso es lo que dice la convención
tradicional de la cultura occidental del hemisferio norte. ¿Qué más da? En algún
momento de la traslación de la
Tierra en torno al Sol hay que poner un principio y un final.
Pero un final que es un principio. Así fue, así es y así es previsible que siga
siendo varios millones de años más, si es que para entonces aún existe un ser
consciente sobre la Tierra
capaz de contar el tiempo.
Acaba un año. “Un mal año”, dirán algunos. “Un buen
año”, dirán unos cuantos menos. Es la historia del año “medio lleno” o el año “medio
vacío”. Cuestión de perspectiva.
Si nos dejamos llevar por las cifras económicas, salvo para
los que siempre ganan, el año ha sido fatal. Si nos fijamos en las miles de personas
que perdieron su vivienda, el año habrá sido nefasto. Si miramos las colas para
obtener comida en Cáritas o en los bancos de alimentos, el perfil del año se
torna demoledor.
Sin embargo, es posible encontrar brasas bajo las cenizas:
hemos crecido en solidaridad, hemos vuelto a valorar lo que tenemos y a
distinguir entre lo necesario y lo prescindible; hemos descubierto el manejo
que los bancos ejercen sobre nuestras vidas, pues antes les creíamos
bienhechores porque nos prestaban dinero para gastar; hemos vuelto a tomar las
calles en multitudinarias y reiteradas manifestaciones; hemos redescubierto el
valor de lo público; hemos quitado la careta a los malos políticos, a los que
se fueron y a los que han entrado; hemos replanteado los fundamentos de la
democracia. En fin, hemos vivido intensamente, que hasta ahora era vivir a todo
tren, y ahora es vivir abriendo los ojos, tomando conciencia y actuando.
A mí también me han bajado el sueldo y soy mucho más pobre,
pero miro el 2013 con optimismo. Creo que vamos a ser capaces de ver más la
verdad del mundo en el que vivimos y volveremos la vista a los más pobres en
vez de mirar a los ricos, como hacíamos en los años del boom inmobiliario; creo
que vamos a ser capaces de regenerar valores como el altruismo y el servicio
gratuito, virtudes ambas imprescindibles para la política de la polis (no sólo
de los partidos); tengo por seguro que seguiremos luchando por un mundo más
humano, por un estado al servicio de los ciudadanos, que no súbditos, por que
la salud no sea un privilegio de ricos, por los ancianos, por los niños y los jóvenes,
por las mujeres maltratadas, por los parados y los sin hogar, los que se han
quedado sin casa con la crisis y los que no la tenían ni siquiera en los años “buenos”,
en fin, a luchar por todos y cada uno de los que carezcan de lo necesario (que
ya hemos aprendido que no es lo prescindible).
Estoy convencido de que crecerá la solidaridad, se
incrementará el número de personas que saldrán a la calle a pedir justicia, y
cuando consigamos remontar podremos decir: “no hemos perdido a ninguno,
llegamos a la salida del túnel todos”.
Y deseo que a la salida del túnel no nos dispersemos, que
sigamos luchando por un mundo más justo, que miremos a los que menos tienen, de
aquí y de allá y, una vez superada la crisis que ha afectado a los que no eran
pobres, seamos capaces de sacar de la pobreza a los que viven en ella aunque la
sociedad sea rica.
Feliz año nuevo.
Seguro.