jueves, 19 de febrero de 2015

¿CON PODEMOS O AL ABISMO?

La prisa de los partidos de izquierda por pactar con Podemos y buscar confluencias, coaliciones o subsunciones con absorción incluida, es fruto de la desesperación y de la irreflexión, y creo que es necesario poner un poco de serenidad y de análisis.

Hoy incluso he podido leer en Libertad Digital que  "La secretaria general del PSOE en Baleares,Francina Armengol, va a permitir a los candidatos a las elecciones municipales del 24 de mayo que renuncien a sus siglas del PSOE de cara a formalizar pactos pre electorales con formaciones emergentes como Podemos".

En realidad están dando a Podemos una fuerza que le viene fundamentalmente de las encuestas, pero no de votos reales. Cierto es que en las elecciones europeas obtuvieron un resultado que a todos sorprendió, incluso a sus mismos candidatos, pero extrapolar esos resultados e incluso dar carácter de realidad consumada a los sondeos es una apuesta sin fundamento que responde más a la impotencia que sienten PSOE o IU, que se ven incapaces de entusiasmar a su electorado, que a un análisis sosegado de la situación. 

La amenaza o la esperanza de Podemos tiene su fundamento en el hartazgo de muchos votantes de izquierda que pasan factura de su voto, con razón, por la falta de alternativas reales y creíbles a la política neoliberal de la Troika y del PP y, sobre todo, por el inmovilismo de los dirigentes, especialmente los del PSOE, que se mantienen en la cabeza del partido incluso a pesar de sonadas complicidades con la corrupción o de reiterados fracasos electorales.

Si somos capaces de ir a la esencia del problema, ¿qué pide el descontento de los hasta ahora votantes de los partidos tradicionales de izquierda?: renovación de cuadros dirigentes, operación de limpieza contra la corrupción y alternativas políticas al liberalismo extenuante del poder centralizado de la UE creíbles y factibles.

La tradición, el esfuerzo, el sacrificio y la entrega de militantes del PCE o de PSOE en favor de la clase obrera no puede ser disuelta en un simple golpe de ansias de popularidad, pues la política no sólo se hace de cifras, también está hecha de sentimientos, de pertenencias, de historias personales y colectivas. Pues bien, el colapso de un partido como el PSOE, que pierde votos incluso estando en la oposición, o la absorción de gran parte de la militancia de IU por la fuerza gravitatoria de Podemos, tienen solución, y la vienen reclamando los militantes de base de estas formaciones, pero se ven impotentes ante las maniobras de los miembros de la cúpula omnipresente. Estos están tan aposentados en la dirección que prefieren el pacto con el adversario, que afrontar la reforma de sus estructuras y la renovación de sus cuadros.

Si a ello añadimos los "cazafortunas" de pequeños partidos creados ad hoc por exmilitantes con objeto de colarse en las candidaturas como representantes de un presunto sector que viene a ser poco más que humo, ya tenemos hecho el grotesco mapa de confluencias y egoísmos que vienen a ser las dos caras de la misma moneda.

Creo que cada partido debe ser fiel a sus principios, debe afrontar las reformas necesarias, debe desalojar a cuantos se aposentaron hace años en la cúpula dirigente, debe acabar con la corrupción que pueda existir en su seno sin encubrir a nadie y debe trabajar por una alternativa plausible.

Entregarse en manos de Podemos es como aquel que dijo "agárrate a la brocha, que me llevo la escalera".